Reseña: “Cicatriz” de Sara Mesa

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Cicatriz es una novela que explora aspectos de nuestra contemporaneidad al que muchos narradores de la generación de Mesa miran por encima del hombro, más preocupados en elaborar textos que no arriesgan nada, amparándose en la repetición de viejas fórmulas anquilosadas como si el mundo no hubiese cambiado en décadas. Mesa en contrapartida, construye una narrativa que permite cuestionar el mundo presente. Elabora ficciones que ahondan en las obsesiones y preocupaciones del hombre actual, y la sociedad de la que forma parte.  Universos literarios donde palabras como consumopoder  o fetichismo han llegado a constituir parte importante de la vida cotidiana. ¿Acaso fenómenos como el Internet o la hegemonía indiscutible del capitalismo no han alterado el mundo? Sí, lo han hecho. El reto que asumió Mesa fue el de representar en la ficción cómo estas alteraciones afectan al individuo común. La manera en que altera su forma de vincularse y pensar con sus pares además de los males que se derivan de estas nuevas conexiones. Las nuevas formas de poder que operan en nuestro inconsciente. Formas de poder económicas.

Desentrañar el capitalismo de nuestros días va más allá de mencionar unas cuantas multinacionales. Implica una forma de pensar que se puede rastrear hasta los textos de Adam Smith hace ya algunos siglos. En La teoría de los sentimientos morales, ya se vislumbraba este mundo donde la individualidad y el egoísmo presentes en su idea de la simpatía inherente al hombre iban a asumir una relevancia cada vez más grande, al punto de transformarse en la piedra angular sobre la cual basamos las decisiones que tomamos día a día, preguntándonos siempre cuál va a ser el beneficio neto de nuestros actos y de ahí recién, el cómo afectarían a los demás. Las acciones no revelan todas las intenciones de quien la realiza. O por lo menos existe una duda de que uno lo haga. La desconfianza es un mecanismo de defensa que surge naturalmente en consecuencia.

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En Cicatriz, el internet también tiene un protagonismo elocuente. Es la red donde nace el nexo entre los dos protagonistas, Sonia y Knut. El espacio donde Sonia termina buscando una forma de escape al agobio de su tediosa realidad. Pero más allá del ocio, el internet termina por conformar una comunidad a la cual Sonia se adhiere. Gente que encuentra un refugio por las infinitas posibilidades de reinvención que se le permite. Una red donde la falsedad y el engaño son monedas corrientes, brindando la posibilidad de proyectar anhelos y deseos soterrados que de otra forma no podrían manifestarse. El anonimato es la clave de todo ello, deshumanizando y haciendo que uno termine por dudar entre qué es lo real y qué es lo ficticio.  Y no sólo ello, sino que se difuminan las fronteras entre lo público y lo privado. ¿Hasta qué punto somos conscientes  de que tenemos un control sólo en apariencia sobre lo que mostramos? ¿Nos sigue perteneciendo aquello que compartimos en las redes sociales?

Y es el personaje de Knut quien con sus mensajes, va dejando estas ideas sueltas. Rompe con la monotonía a la que ha ido a parar la vida de Sonia. Primero presentándose como alguien inofensivo, a quien ella conoce en un foro literario y al cual le deposita su confianza, para terminar convirtiéndose en el principal causante de las dudas que empiezan a acosarla.  Dudas que empiezan cuando él le empieza a regalar los objetos que roba a cambio de que ella le siga brindando atención. Esto último es determinante, pues Sonia al responder a Knut, lo hace existir en el sentido que tiene que estar imaginándoselo de manera continua. Los objetos que llegan a la casa de Sonia no son más que el precio que Knut paga para que el personaje que él representa para ella, no desaparezca. La ropa, libros y perfumes robados son los bienes con los que Knut va adquiriendo poder sobre ella, haciendo que paulatinamente estos concentren toda la atención de Sonia y sean el punto gravitante sobre el cual gira su atención día a día, incluso destruyendo las relaciones que entable con otras personas. Lo curioso es que estos bienes no son propiedad de Knut originalmente. Solo hace que estos transiten de dueño, logrando poder en el camino.

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Es así que el poder se gana con el comercio de los bienes y recae sobre quien los distribuye, no en quien los produce. Knut se convierte así en la única figura de autoridad de la vida de Sonia, el que mueve los hilos de sus actos. Vuelven los ecos del control total, que Mesa ya había explorado en Cuatro por cuatro,  sólo que ahora es más clara la relación con las fuerzas del comercio y las finanzas, aquellos mundos que la mayoría de la sociedades desconoce cómo funcionan realmente, pero que terminan controlando aspectos importantes de sus vidas.


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